La Renta Básica Universal es un gran invento...
La justicia de las ayudas a los necesitados.
En el mundo occidental, hemos llegado al acuerdo de que algunas cosas se nos den de manera gratuita aunque nosotros, de manera individual, no hayamos pagado nada por ellas. Una policía que nos proteja de los delincuentes, unos bomberos que nos socorran en caso de peligro, unas carreteras que nos permitan desplazarnos, una enseñanza para nuestros hijos, una sanidad que nos cure... Es cierto que estas coberturas no son uniformes en todos los países y que son objeto de debate constante sus límites. Por eso, esta oferta gratuita convive con diversos grados de copago y con servicios privados complementarios e, incluso, sustitutorios. La mera supervivencia podría, debería en mi opinión, figurar en este catálogo de servicios básicos gratuitos.
La gestión de de las ayudas es cara.
Un día vi en una tienda regentada por inmigrantes un cartel que anunciaba "Se tramita el PIRMI". El PIRMI, si alguien no le recuerda, es un prestación que se da a quienes cumplen una serie de condiciones que se resumen en no tener otro ingresos. Su importe es de poco más de cuatrocientos euros. Para que llegue este importe al bolsillo de quien lo necesita, las instituciones deben pagar el sueldo de unos cuantos funcionarios que reciban las solicitudes, comprueben que cumplen las condiciones , gestionen los pagos y controlen que no se producen fraudes durante su percepción. Pagar 400 cuesta más de 400 euros. Y, si encima el perceptor no sabe cómo dirigirse a la administración y ha recurrido a un intermediario, habrá recibido menos de 400 euros. 400 euros no dan para mucho. Es probable que quien cobre el PIRMI buscará más ingresos y, si consigue algún trabajillo en el que gane 300, exigirá que sean en negro para no perder los 400.
Al PIRMI le podríamos sumar todas las ayudas que se dan "a los que lo necesitan", en las que resulta cara su gestión.
¿Cuánto costaría implantar la Renta Básica Universal?
Cero.
Para implantar la RBU, no hay que comprar sofisticados equipos, ni contratar expertos, ni ampliar la plantilla de funcionarios. Basta con cobrar más impuestos y repartirlos.
... que yo no veré nunca.
Se opondrán los que la paguen.
Que el coste global sea 0 no significa, naturalmente, que cada coste particular lo sea. Se trata de una transferencia de renta que crearía una sociedad más justa, más segura y más rica. Pero algunos saldrán perdiendo, y mucho.
Calcular cuánto habría es fácil, importe de la renta por número de perceptores. Podemos partir de un importe similar al PIRMI. El PIRMI, si alguien no le recuerda, es un prestación que se da a quienes cumplen una serie de condiciones que se resumen en no tener otro ingresos. Su importe es de poco más de cuatrocientos euros. Puesto que somos unos 40 millones de residentes mayores de edad, costaría unos 16.000 millones de euros mensuales, es decir, 192.000 millones anuales. Los Presupuestos Generales del Estado en 2022 ascendieron a unos 375.000 millones. Los más perjudicados serian unos pocos, pero los más poderosos. Solo hay que ver cómo se ponen cuando suben el salario mínimo interprofesional para adivinar que la oposición sería feroz.
Y también se opondrán muchos de los que no paguen.
No se puede hacer un cálculo sin saber cómo se repartiría el aumento de impuestos, pero es probable que la mayoría de la gente obtendría un beneficio modesto tras recibir la RBU y restar la subida de impuestos. Por lo que conozco a la sociedad en la que vivo, predominaría el menosprecio por el aumento de renta percibido y la indignación por la renta para los que no hacen nada.
Y, encima, los que la promueven hacen trampa.
Los promotores de la idea están convencidos de que, si hacen una prueba acotada a algunas poblaciones, todo el mundo podrá apreciar las bondades de la medida. Pues claro que si usan una población mediana como laboratorio para inyectar renta en esa población van a vivir mejor. Y, además, al ser la población beneficiaria poco numerosa, el aumento de la presión fiscal para toda la población se diluiría.
